Por Estefania Baldeón.
El aroma del culantro recién cortado se mezclaba con el de
los palmitos y la guayusa; así empezó el biomercado del restaurante Patria; sin duda
una iniciativa que trajo más de una alegría a chefs y pequeños productores.
Era aún temprano en la tarde y ya desfilaban por el pequeño
patio varios de los cocineros del restaurante que habían salido curiosos por
conocer qué maravillas les trajo el campo amazónico y serrano.; todos tenían sus delantales algo marchitos
porque su jornada ya había empezado hace varias horas (al igual que la de los
agricultores) pero en la cara tenía un
brillo incrédulo por lo que estaban presenciando; tenían a pocos metros de su cocina a los productores
de la frutas y verduras que con tanto cariño trabajan a diario.
La timidez usual de los productores quedó a un lado cuando
los compradores empezaron a llegar, cada uno mostraba sus mejores colores y
sonrisas. Lo mejor de sus chakras posaban sobre las mesas y los canastos.
Teníamos a varias asociaciones y productores: los de la
RESSAK, las de UNOCIGS, las de Warmikunapak,
los del Zángano Dulzón, los
productos de AMWAE, los de Amanecer
Campesino y los de Inti. Todos acompañados de una energía particular y el buen
humor de mercado tan rico como los productos que compartieron con todos esa
tarde.
De un momento a otro todo comenzó a tener un alboroto
singular, esperábamos la llegada de un
personaje muy especial; y la
teníamos ahí, la chef danesa Kamilla Seidler, que además de amable y simpática
es muy pero muy humilde. Kamilla es chef
ejecutivo de restaurante Gustu en la Paz, donde se promueve no sólo el respeto
a los productos por su origen sino también se realza a los rostros detrás de
todo ese trabajo, los agricultores y productores.
Kamilla trajo consigo
esa energía tan esperanzadora y un mensaje muy claro; el de no desistir: de
continuar fuertes en la lucha y de mantener esos espacios de entendimiento
donde todos los actores y escenarios son reconocidos.
Durante el conversatorio convocado por el chef del
restaurante Patria y líder del proyecto Degusta, Mauricio Acuña, vinieron a reflexión importantes aspectos de
la comercialización justa, también sobre los compromisos con el consumidor y de
su constante apoyo a la producción limpia ecuatoriana y sus tradiciones.
Varias fueron las lecciones aprendidas en el biomercado; la cocina y el campo están fuertemente
conectados; pero es nuestro deber como cocineros y como productores mantener
esa estrecha relación en el día a día.
En la noche siguiente
se celebraba la cena a 4 manos donde ambos cocineros, Kamilla y Mauricio
deleitaron a media centena de comensales con los productos que ellos mismos
habían seleccionado de las manos de sus productores; una cena que se llevó
todos los aplausos, una cena que inspiró orgullo y admiración por todos quienes
colaboran es esa corta pero fuerte cadena de alimentos, llena de autenticidad y
vida.
Sin duna no fue una
semana cualquiera para quienes participaron y colaboraron de estos dos únicos
eventos; una experiencia a repetirse, a vivirla y a comerla de principio a fin.